Fruits Basket

Fruits Basket

Recuerdo que lo primero que vi de Fruits Basket fue una ilustración en la que una chica intentaba apaciguar a un gato cabreado con un ratón socarrón. Y me enamoré. No sé porqué, ya que aquella ilustración del anime no era para tirar voladores, pero así fue. Sufrí un flechazo, igual que me ocurrió con Yu Yu Hakusho, aunque no tengan nada que ver.

Cuando vi el anime, y aunque en su momento me gustó mucho, no es comparable al manga. Y no porque, como buena serie de estos últimos veinte años, no sea un coitus interruptus, que los es, sino porque no le llega a la suela del zapato. Sí que se parece y adapta más o menos fielmente el cómic, pero es que, cuando la serie acaba, la historia apenas comienza. Y no me enrollo más con este tema.

Para mí Fruits Basket es lo mejor que se ha “escrito”. Que no os engañe ese estilo de dibujo simplón y ese principio chorra (chorra entre comillas, más bien desde un punto de vista algo irreal), porque no os deja entrever para nada lo que os deparará.

Aunque es cierto que es un shoujo, al menos yo no estaba demasiado pendiente de la parte “romántica” (no me gustan los culebrones). En Fruits Basket hay muchas otras cosas, como la amistad y la familia y los lados más oscuros de estos aspectos, porque os aseguro que Fruits Basket es oscura, a la par que emotiva. Pocas son las historias que me han llegado al corazón, y Fruits Basket no es una de ellas, porque lo que hizo no fue llegar, fue atravesar. Pasas de las risas al llanto en un pestañeo, y viceversa. De hecho me atrevo a aventurar que si os gusta Jandy Nelson, os gustará este manga.

Aunque la serie se puede considerar larga, veintitrés tomos, no se hace pesada. Yo cada vez que llego al volumen diez, y digo cada vez porque me la leo de nuevo casi cada año, igual que los libros de Nelson, es un no parar. Los devoro uno tras otro, con miedo de cansarme algún día, pero no, ese día no llega.



Lo más importante de Fruits Basket son sus personajes, que te llegan al alma. Es muy raro que haya alguno que te sea indiferente (a mí sólo uno me parece soso y otro un cabrón). Aunque mis preferidos sean tres, gustarme me gustan un montón. Incluso los “terciarios”, porque no son ni secundarios, te pueden hacer pasar un buen momento y hasta hacer que te eches unas risas. Es curioso como la parte “sobrenatural” de la serie se va perdiendo de vista, dejando paso a los personajes en sí, a su personalidad, sus anhelos y sus problemas y la forma en que los afrontan. Irónicamente, la maldición los hace más humanos, y no como un mero contraste. Si la leéis entenderéis a lo que me refiero.

Cuando llegué al esperado final, no me decepcionó. Al terminar de leer la última página, sintiéndome satisfecha porque no le sobraba ni le faltaba nada, aunque triste porque se había acabado, no pude evitar pensar en la autora. Estaba contenta por ella porque había creado una obra maestra, pero también me daba pena porque ya no podía superarse. Eso era imposible.



Mis respetos, felicitaciones y agradecimientos a Natsuki Takaya por la maestría de esta obra, que me ha hecho pasar algunos de los mejores momentos de mi vida, literariamente hablando. Al final lo consiguió, al menos conmigo. Fruits Basket nunca ha perdido su sabor.

Ya sé que no he dicho nada del argumento, pero para qué. Eso lo podéis leer en cualquier sitio.

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